jueves, 25 de diciembre de 2008

DEL AMOR


Gibran Khalil Gibran, poeta, filósofo y pintor libanés, además de amigo íntimo, y digo amigo porque cuando la obra de un escritor, pintor o músico me transforma y enriquece se convierte en un amigo y cómplice. En este sentido, puedo decir que tengo muchos y muy buenos amigos. Khalil Gibran me ha acompañado desde mi adolescencia y sus poemas forman parte de mis revisadas lecturas. El poema que adjunto pertenece a su obra "El Profeta". En realidad, "El Profeta" es un enorme poema intemporal y lleno de sabiduría, esa sabiduría oriental en la que occidente ha puesto sus ojos hace relativamente poco; es una de sus obras de madurez, pletórica de fuerza y energía, poética y práctica; es la cristalización de las experiencias vitales de un hombre que llegó a ser ciudadano del mundo, él mismo lo decía: " el mundo es mi casa y la humanidad mi familia", y lo llevó a cabo. Gibrán utiliza una técnica muy conocida en la historia de la literatura universal: proyectar sus enseñanzas vitales en la persona de un profeta, como Nietzsche en boca de Zaratustra o Platón tras la máscara de Sócrates. Es uno de mis fragmentos favoritos. La pintura (óleo) , que encabeza la entrada, también es suya (bajo el título "Amor") y más abajo una foto de su infancia. Acompaño a "este amor" con la versión de "Hallelujah" de Leonard Cohen en la maravillosa y vertiginosa voz de Jeff Buckley, a quién dedicaré una entrada especial más adelante.




EL AMOR

Dijo Almitra: Hablanos del amor.
Y él levantó la cabeza, miró a la gente y una quietud descendió sobre todos.
Entonces, dijo con gran voz:
Cuando el amor os llame, seguidlo.
Y cuando su camino sea duro y difícil,
y cuando sus alas os envuelvan, entregaos.
Aunque la espada entre ellas escondida os hiera.
Y cuando os hable, creed en él.
Aunque su voz destroce nuestros sueños,
tal como el viento norte devasta los jardines.
Porque, así como el amor os corona, así os crucifica.
Así como os acrece, así os poda.
Así como asciende a lo más alto y acaricia vuestras más tiernas ramas,
que se estremecen bajo el sol,
así descenderá hasta vuestras raíces y las sacudirá en un abrazo
con la tierra.
Como trigo en gavillas él os une a vosotros mismos.
Os desgarra para desnudaros.
Os cierne, para libraros de vuestras coberturas.
Os pulveriza hasta volveros blancos.
Os amasa, hasta que estéis flexibles y dóciles.
Y os asigna luego a su fuego sagrado para que podáis convertiros
en sagrado pan para la fiesta sagrada de Dios.
Todo esto hará el amor en vosotros para que podáis conocer
los secretos de vuestro corazón y convertiros, por ese conocimiento,
en un fragmento del corazón de la Vida.
Pero si, en vuestro miedo, buscáis solamente la paz y el placer del amor,
entonces, es mejor que cubráis vuestra desnudez y os alejéis de sus umbrales,
hacia una mundo sin primaveras donde reiréis, pero no con toda vuestra risa, y
lloraréis, pero no con todas vuestras lágrimas.

El amor no da nada más a sí mismo,
no toma nada más que de sí mismo.
El amor no posee ni es poseído.
Porque el amor es suficiente para el amor.
Cuando améis no debéis decir: “Dios está en mi corazón”,
sino más bien: “yo estoy en el corazón de Dios”.
Y pensad que no podéis dirigir el curso del amor porque él,
si os encuentra dignos, dirigirá vuestro curso.
El amor no tiene otro deseo que el de realizarse.
Pero, si amáis y debe la necesidad tener deseos, que vuestros deseos sean estos:
Fundirse y ser como un arroyo que canta su melodía a la noche.
Saber del dolor de la demasiada ternura.
Ser herido por nuestro propio conocimiento del amor.
Y sangrar voluntaria y alegremente.
Despertarse al amanecer con un alado corazón y dar gracias por otro día de amor.
Descansar el mediodía y meditar el éxtasis de amar.
Volver al hogar con gratitud en el atardecer.
Y dormir con una plegaria por el amado en el corazón y una canción de alabanza en los labios.
El profeta: Khalil Gibran.





Jeff Buckley: hallelujah

sábado, 20 de diciembre de 2008

EL REGRESO DEL HIJO PRÓDIGO


Uno de mis cuadros favoritos: "El regreso del Hijo Pródigo" de Rembrandt. Me gusta el significado de la parábola bíblica, pero, además, la obra de Rembrandt la enriquece. Tengo una lámina en casa y todos los días la contemplo unos minutos. Algún día me gustaría hacer lo que hizo Nouwen. He seleccionado una parte de sus escritos acerca de lo que para él significó este cuadro: le cambió la vida y le hizo profundizar aún más en sí mismo. Aunque en este caso he preferido seleccionar sobre todo ese primer contacto con el cuadro cuando lo vió por primera vez (os recomiendo que leáis su libro) y parte de una de las reflexiones que hace sobre Rembrandt. Lo acompaño de la pieza musical "Lascia chio pianga" aria de la ópera "Rinaldo" de Haendel. Me gusta la versión del film "Farinelli" a pesar de su artificio (ya que están mezcladas dos voces electronicamente, para dar más fuerza al tema), pero me quedo con la voz de Cecilia Bartoli en esta ocasión, es más natural. El significado de la letra del aria le va que ni pintado (nunca mejor dicho) al tema del cuadro: " Deja que llore mi cruel destino y que suspire la libertad..."


"Estar en San Petersburgo es una cosa. Tener la oportunidad de reflexionar tranquilamente sobre El Regreso del Hijo Pródigo en el Hermitage, es otra. Cuando vi la enorme cola de gente esperando para entrar en el museo, me pregunté cómo y durante cuánto tiempo podría ver lo que más deseaba. (...)
El sábado 26 de julio de 1986 a las dos y media de la tarde fui al Hermitage, caminé junto al río Neva y llegué hasta la puerta que Alexei me había indicado. Entré y alguien sentado tras una gran mesa de despacho me permitió utilizar el teléfono de la casa para llamar a Alexei. A los pocos minutos apareció haciéndome un caluroso recibimiento. Me llevó por una serie de pasillos espléndidos y escaleras elegantes hasta llegar a un lugar inaccesible para los turistas. Era una habitación larga de techos altos: parecía el estudio de un artista de cierta edad. Había cuadros por todas partes. En la mitad, había unas mesas enormes y sillas cubiertas de papeles y objetos de todo tipo. Enseguida me di cuenta de que Alexei era el director del departamento de restauración del Hermitage. Con gran amabilidad y muy interesado por mi deseo de ver el cuadro de Rembrandt con tiempo, me ofreció toda la ayuda que quisiera. Me llevó directamente al Hijo Pródigo, ordenó al vigilante que no me molestara y me dejó allí.
Y allí estaba yo, delante del cuadro que había estado en mi mente y en mi corazón desde hacía casi tres años. Estaba maravillado por su majestuosa belleza. Su tamaño, mayor que el tamaño natural; sus abundantes rojos, marrones y amarillos; sus huecos sombreados y sus brillantes primeros planos, pero sobre todo, el abrazo de padre e hijo envuelto de luz y rodeado de cuatro misteriosos mirones. Todo esto me impactó con una intensidad mayor de lo que nunca hubiera podido imaginar. Hubo momentos en los que me pregunté si el original no me desilusionaría. Todo lo contrario. Su grandeza y esplendor hacían que todas las demás cosas pasaran a un segundo plano. Me dejó completamente cautivado. Realmente, estar aquí era volver a casa.
Mientras muchos grupos de turistas pasaban rápidamente con sus guías, yo permanecía sentado en una de las sillas forradas de terciopelo rojo que están frente a los cuadros. Sólo miraba. ¡Ahora estaba viendo el original! No sólo veía al padre abrazando a su hijo recién llegado a casa, sino también al hermano mayor y a las otras tres figuras. Es un óleo sobre lienzo de dos metros y medio de alto por casi dos de ancho. Me llevó un rato darme cuenta de que efectivamente estaba allí, asimilar que estaba verdaderamente en presencia de lo que durante tanto tiempo había querido ver, disfrutar del hecho de que estaba sólo, sentado en el Hermitage de San Petersburgo, pudiendo contemplar El Regreo del Hijo Pródigo todo el tiempo que quisiera.
El cuadro estaba expuesto de la forma más adecuada, en una pared que recibía la luz natural de pleno a través de una gran ventana cercana situada formando ángulo de ochenta grados. Sentado allí, me di cuenta de que a medida que se acercaba la tarde, la luz se hacía más intensa. A las cuatro, el sol cubrió el cuadro con una intensidad diferente, y las figuras de atrás —que durante las primeras horas parecían algo borrosas— parecieron salir de sus rincones oscuros. A medida que transcurría la tarde, la luz del sol se hizo más directa y estremecedora. El abrazo del padre y el hijo se hizo más fuerte, más profundo, y los mirones participaban más directamente de aquel misterioso acontecimiento de reconciliación, perdón y cura interior. Poco a poco, me fui dando cuenta de que había tantos cuadros del Hijo Pródigo como cambios de luz, y me quedé durante largo rato fascinado por aquel gracioso baile de naturaleza y arte.
Alexei regresó. Sin darme cuenta habían pasado más de dos horas desde que se había marchado dejándome a solas con el cuadro. Con sonrisa compasiva y gesto de apoyo, me sugirió que necesitaba un descanso y me invitó a un café. Me condujo por los majestuosos vestíbulos del museo —la mayor parte del cual fue la residencia de invierno de los zares— hacia la zona de trabajo en la que habíamos estado antes. Alexei y su colega habían preparado una enorme bandeja llena de pan, quesos y dulces y me animaron a que lo probara todo. Tomar el café de la tarde con los restauradores del Hermitage no estuvo nunca en mis planes cuando soñaba con pasar un rato a solas con El Regreo del Hjo Pródigo. Tanto Alexei como su compañero me explicaron todo lo que sabían acerca del cuadro de Rembrandt y se quedaron intrigados por saber por qué estaba yo tan interesado en él. Parecían sorprendidos y algo perplejos con mis reflexiones y observaciones espirituales. Me escucharon muy atentamente pidiéndome que les contara mas. (...)
Aunque Rembrandt no estuvo nunca completamente libre de deudas y de deudores, cuando llega a los cincuenta años es capaz de encontrar un poco de paz. El calor y la profundidad de las obras de esta época muestran que las desilusiones no consiguieron amargarle. Al contrario, tuvieron un efecto purificador en su visión de las cosas. Jakob Rosenberg escribe: En 1663, Hendrickje muere y, cinco años más tarde, Rembrandt es testigo del matrimonio y de la muerte de su querido hijo Titus. Cuando Rembrandt muere en 1669 es un hombre pobre y solitario. Sólo su hija Cornelia, su nuera Magdalene van Loo y su nieta Titia le solrevivieron.
Cuando miro al hijo pródigo, de rodillas ante su padre, apoyando la cara contra su pecho, no dejo de ver al que un día fuera un artista autosuficiente y venerado, que ha llegado a comprender por fin que toda la gloria que hahía conseguido era gloria vana. En lugar de la ropa cara con la que el joven Rembrandt se retrató a sí mismo en el burdel, lleva una túnica sobre los hombros que cubre su cuerpo enfermo; y las sandalias con las que había caminado hasta tan lejos, están ahora gastadas y ya no sirven.
Pasando mi mirada del hijo arrepentido al padre compasivo, veo que los destellos de luz de las cadenas de oro, los cascos, las velas y las lámparas escondidas, han desaparecido y han sido sustituidos por la luz interior de la vejez. Es el movimiento desde la gloria que seduce en la búsqueda de la riqueza y de la fama, a la gloria que se esconde en el alma humana y que va más allá de la muerte." (H. NOUWEN)


Lascia ch'io pianga mia cruda sorte,
E che sospiri la libertà!
E che sospiri, e che sospiri la libertà!
Lascia ch'io pianga mia cruda sorte,
E che sospiri la libertà!
Il duolo infranga queste ritorteLetra de Lascia Ch'io Pianga - Sarah Brightman - sitiodeletras.com
De' miei martiri, sol per pietà
Lascia ch'io pianga mia cruda sorte,
E che sospiri la libertà!
E che sospiri, e che sospiri la libertà!
Lascia ch'io pianga mia cruda sorte,
E che sospiri la libertà!

Cecilia Bartoli: Lascia ch'io pianga

viernes, 19 de diciembre de 2008

VIDALITA



En la foto: Miguel Poveda. El Poema es de Francisca Aguirre ("La otra música"), a quien aprovecho para saludar desde mi pequeño universo, un abrazo enorme Paca..., no te olvido. Y por supuesto una de las voces que me ha hecho llorar y me ha tocado hondo, sobre todo cada vez que escucho este tema: Mayte Martín. La primera vez que lo escuché fué meses después de la muerte de mi mejor amiga... Con esta entrada le hago mi particular homenaje: ya van cuatro años sin tí Maria José, aunque no pueda tocarte sigues más presente que nunca.

Advertencia para frívolos y cerebrales: pueden volverse todo lo contrario.

FLAMENCO

De la tierra,
esa música viene de la tierra,
viene de la contienda, del asalto,
del oscuro atropello
de las arterias del planeta.
Viene de la preponderancia del fuego,
del confuso lenguaje de los yacimientos,
del desconsuelo de los minerales.
Esa música es ciega como las raíces
y es terca como las semillas.
Sabe a tierra como la boca de un cadáver,
viene y es de la tierra:
redobla a geología.
Esa música es parda como la corteza,
compacta como los diamantes.
No dictamina:
sólo muestra la voraz certidumbre de lo vivo,
el vértigo que va desde el sustrato
a la calamidad que grita.
Esa música narra el agujero
que delata en los hombres su ascendencia.
Esa música es toda ese agujero,
un sordo abismo que reclama
la primera soledad,
el primer llanto en la primera noche.

Mayte Martin: Vidalita

martes, 16 de diciembre de 2008

DESDE MI BALCÓN



Pongo nuevos cielos, en esta ocasión blancos, haciendo honor a la estación que ahora nos toca, y dedico la cabecera a Nacho.... Un abrazo enorme desde este rincón de mi alma. La foto la realizó mi hermano hace un par de años cerca de Caravaca de La Cruz. Una buena nevada. La aquí presente y que he bajado de la cabecera, la hice desde mi balcón, pondré más con el tiempo.

sábado, 29 de noviembre de 2008

SINCRONICIDADES


Para encontrar sin buscar, es preciso haber buscado mucho tiempo sin encontrar (Newton)


Es curioso, cuando no menos impredecible, cómo la vida responde a mis propios impulsos y titubeos una vez formulada la pregunta en forma de estado de ánimo, la mayoría de las veces. Sólo tengo que estar atenta, con una actitud natural: mirando como lo haría un niño y..¡ ZASSS!... puede ser un verso, una canción, las palabras entrecortadas de un "próximo" con el que me acabo de cruzar por la calle, una frase del locutor de ese programa de radio que suelo escuchar, los vocablos de ese eslogan publicitario junto a la parada de autobús..., el color "acuarelado" de este atardecer o, como en esta ocasión, la cita encontrada en un libro. De la misma manera que la caída de una manzana, mientras conversaba con su amigo William Stukeley, fue lo que hizo que Newton postulara la Ley de la Gravitación Universal; sorpresivamente, encuentro su proposición a modo de juego de palabras y me cae, dicho coloquialmente, como una breva (entre frutos andan las verdades). Estos días me embargaba esa tristeza insolente y a la vez creativa: insolente porque me recuerda que aún no he encontrado mi fin último, creativa porque expresa y me enseña que lo importante es el viaje no la cima. He venido a este mundo a amar y es el amor mi maestro severo y tierno a un mismo tiempo, todo lo demás es importante pero solo en la medida en que dé rienda suelta a ese amor. En este viaje he conocido gente maravillosa, perenne y caduca; he descubierto mi vocación en forma de caleidoscopio; y el amor ha elegido manifestarse a través mía de diversas maneras y con diferente espíritu..., pero aún no he encontrado al "cómplice", al "compañero" (del latín "el que come su pan con..."). En esta ocasión, la respuesta me ha venido de la mano de Newton. Su aforismo hace referencia, muy probablemente, al proceso creativo que desemboca en un descubrimiento científico, pero convendréis conmigo que es aplicable a cualquier faceta de nuestras vidas, a cada una de nuestras búsquedas y latidos en este viaje inefable que nos lleva a nuestro propio encuentro a través de todo aquello que "aparentemente" está fuera de nosotros.


foto y texto: Virginova

miércoles, 12 de noviembre de 2008

DESNUDOS


Qué os puedo decir de Juan Gelman... Hay poetas de los que me parece insensato hablar, tratar de describir su intencionalidad, estilo, trayectoria... Podría hacerlo, pero hay casos en los que la desnudez es tan absoluta que es mejor leerlos y callar, dejar que nos traspasen y abandonarnos al abismo "humano, demasiado humano" que nos proponen. Os dejo cuatro diamantes de su poemario "Mundar". La autora y tutora de este blog no se responsabiliza de los posibles efectos secundarios, por no hablar de los primarios.


VOLVER

El pasado vuelve cuando
desaparece. Vacíos que lloran
en sus países
y en arrabales interiores gritan.
¿Qué vale la cerviz golpeada mucho?
Oh cuerpos que navegan
la sangre todavía y en
el viejo amor se juntan.
El miedo en rostros ya tocados
es piedra que repite su piedra.
Se hinchan los ojos con
las cobardías de este tiempo,
sentadas
en sillas de su olvido.



CALLAR

Una ola de amor que
va de mi cuerpo al tuyo es
una humana canción.
No canta, vuela entre
tu boca y mi verano
bajo tu sol. El calendario no
tiene esta noche o fecha en su papel.
El manantial de vos
cae como vino en la copa
y el mundo calla sus desastres.
Gracias, mundo, por no ser más que mundo
Y ninguna otra cosa.

LEJANÍAS

La mecánica del alma no
significa estar
adentro. Caminar, respirar, ver,
escuchar, los demás,
no significa estar fuera.
El dentrofuera es un temblor tardío
y está ahí:
en una lejanía
que mece con
palabras que vencieron al fuego.

LA CAMA

En la cama semidesierta yace
tu aroma azul. Mis manos
tropiezan con
el vacío/tu rostro.



martes, 28 de octubre de 2008

LA CAMISA


Sostenía tu camisa entre mis manos y no pude evitar olfatearla como un perro ávido, impaciente y melancólico. Era instintivo. Te buscaba: me buscaba. Mendigaba en tu olor tratando de encontrar pedazos de mi rostro, piezas de ese puzzle desconocido y cercano, perseguido desde el primer aliento de vida. Hundía mi cabeza en aquel tejido de algodón casi con la ansiedad de un suicida mientras repasaba con mi nariz cada botón, cada hilo entretejido, cada costura... Me detuve en el cuello: primavera, decía, pero el aroma que desprendía era un almizcle hecho de sexo, humo, sudor y colonia infantil. Olía a niño perdido en aeropuerto buscando desconsoladamente a sus padres; y mi olfato leyó culpa en los puños y escuché abandono desde el interior del bolsillo cosido a cal y canto. Lloré, como se llora por primera y última vez, entre los pliegues de las mangas roídas y sobre el costado hilvanado de tus penurias. Aquella lluvia lo inundó todo y las gotas resbalaban entre los relieves y ventanales de aquella tela suavemente. Había comprendido, al fin, porque no querías volver a tocarme, a besarme.... Temías que aquel perfume me asfixiara.

Texto: Virginova
Foto: Emanuele Stefano Lumini




The First Time ever I saw your face
I Thought the sun rose in your eyes
And the moon and stars were the gifts you gave
To the dark and the endless sky, my love,

And the first time ever I kissed your mouth,
I felt the earth move in my hand,
Like a trembling heart of a captive bird
That was there at my command, my love,

And the first time ever I lay with you
I felt your heart so close to mine
and I knew our joy it would fill the earth
And would last till the end of time, my love,
It would last till the end of time

The first time ever I saw, saw your face
Your face, your face, your face, your face



Roberta Flack: The first time ever i saw your face

Mirando al cielo

Vuelvo a retomar el blog después de un tiempo de ausencia debida a los quehaceres inevitables de la vida cotidiana y a veces ajena a un mismo tiempo. Bajo la foto que tenía en la cabecera, tomada en una excursión que hice con Juan, Roque y Mario a Calblanque este verano. Un sitio bellísimo y que debemos cuidar en lo posible. Subo una foto más antigua elaborada desde el balcón de mi habitación. Tengo la suerte de vivir cerca del río y con un paisaje despejado de asfalto y hierros. Los atardeceres, sobre todo, son un espectáculo embriagador.... Mostraré con el tiempo algunos más.

viernes, 8 de agosto de 2008

AÑOS 60: MI MADRE EN ALEMANIA





TEXTO: UNA LÍNEA DE SOMBRA (Antonio Muñoz Molina 5-7-2008)

" Más allá de las primeras fotografías está el umbral de lo que nunca sabremos de verdad cómo fue. Es una línea de sombra idéntica a la que nos separa acústicamente del tiempo anterior a las grabaciones fonográficas. Sabemos, a pesar de las distorsiones, cómo era la voz de Enrico Caruso, pero no cómo sonaba la corneta de Buddy Bolden o cómo cantaba flamenco Silverio Franconetti. La memoria de la música popular se acaba hacia principios del siglo pasado. La de las imágenes fotográficas es un poco más antigua. Miro un tallo fantasmal que apenas se perfila sobre una superficie plateada y estoy viendo una planta que floreció en 1839, cuando William Henry Fox Talbot logró las primeras impresiones sobre un papel empapado de un líquido muy sensible a la luz, todavía sin cámara, como una sombra tenue detenida y apresada. Por muy detallados que sean una pintura o un dibujo siempre son abstractos, tan alejados de la palpitación de lo que representan como una transcripción del sonido de una voz que canta. Cómo sería posible reproducir sobre un papel pautado el metal quejumbroso y gatuno de la voz de Billie Holiday, la pulsación de los dedos de Bill Evans sobre el teclado del piano, el desgarro en la garganta de Carmen Linares o de la Perla de Cádiz. De modo que nuestro mundo tangible, el que nosotros habitamos, tiene su frontera visual más lejana no hace mucho más de siglo y medio: sólo desde entonces sabemos cómo eran las calles de las ciudades, las ropas y el vestuario de la gente, cómo el pelo sucio se les pegaba al cráneo a esos caballeros y esas damas que parecen tan intemporales en la pintura, cómo fluía el agua por un torrente o brillaba el sol un instante entre nubes sobre una lámina de agua por la que avanzaba un velero; cómo sonreía de verdad Rossini, con sus ojos guiñados de viejo apacible y cínico, cómo era la cocina de una cabaña de pobres en el sur de los Estados Unidos en los años de la Depresión, cuál era la textura de la superficie de los muros en los callejones de París hacia 1930, qué cara tenía exactamente Marcel Proust una o dos horas después de morir, cubierto hasta la barbilla por un embozo blanco que resaltaba la negrura de su pelo y las ojeras tremendas que le habían quedado después de meses de una agonía sin alivio, de noches de insomnio no dedicadas a alimentar el miedo de la muerte sino a seguir escribiendo una novela cuyas páginas seguían estando amontonadas y revueltas encima de la cama cuando Man Ray tomó esa fotografía que tiene algo de máscara mortuoria arcaica, la noche del 18 de noviembre de 1922.

Nuestro mundo tangible, el que nosotros habitamos, tiene su frontera visual más lejana no hace mucho más de siglo y medio Sólo en la fotografía el pasado se nos hace presente: igual que en una grabación asistimos al prodigio de escuchar las voces de los muertos
La foto está en el Metropolitan Museum, en una exposición asombrosa que se titula Framing a Century, y que es un paseo por trece nombres cruciales de la fotografía desde sus orígenes hasta 1940. Más allá se extiende la sombra de un pasado que ya no es el nuestro. Sólo en la fotografía el pasado se nos hace presente: igual que en una grabación fonográfica asistimos al prodigio de escuchar las voces de los muertos. Lo instantáneo de hace siglo y medio sucede delante de nuestros ojos hechizados. La luz débil que entra por los vitrales de la catedral de Salibury traspasa apenas una densa penumbra al fondo de la cual se distinguen unas esculturas funerarias yacentes. No es una imagen intemporal, a pesar de las columnas góticas y las altas ventanas ojivales: es una hora exacta y un día preciso de 1850, atrapados en una lenta exposición por la cámara de Roger Fenton. Una mujer muy joven, con los ojos claros y el pelo liso, con un aire absolutamente contemporáneo, a pesar de la niebla luminosa que resalta sus rasgos, fotografiada por Julia Margaret Cameron en 1867, será al cabo de unos años la madre de Virginia Woolf, quien heredará de ella un aire aproximado de serenidad ausente y dulzura, pero no su belleza. La fotografía revela en cada persona un eslabón en la cadena del tiempo y en las genealogías del porvenir. Un árbol colosal, la superficie de un lago, un camino en un bosque, una puerta entornada, revelan en la fotografía lo que cada instante y cada forma animada o inerte tienen de único, los que los ojos no adiestrados tantas veces no saben ver. Si aprendemos a fijarnos en la maravilla de una hoja impresa en el papel por el solo efecto de la luz en un experimento fotográfico de Fox Talbot tal vez sabremos dedicar toda la atención que merecen a las hojas en forma de corazón de ese tilo joven junto al que pasamos distraídamente cada mañana al salir de casa.

Dice Susan Sontag que la fotografía "altera y ensancha nuestra noción de lo que merece la pena ser mirado y lo que tenemos derecho a observar". Una de las primeras fotos que tomó Fox Talbot no es de una abadía medieval ni de un bosque novelesco o de un rostro bañado en un claroscuro que imita la pintura para reclamar su nobleza: es una puerta vieja, entornada, dejando ver un interior en sombra, y junto al quicio una escoba, un escobón vulgar de mediados del siglo XIX. La superficie de la madera parece igual de tangible que el mango de la escoba: el deterioro del tiempo, de la intemperie y de la humedad, casi nos sugieren el ruido que harán los goznes oxidados cuando se empuje del todo; podríamos empujar del todo la puerta poniendo nuestra mano sobre esa madera áspera y entraríamos a esa zona de sombra que nos está vedado pisar, el presente extinguido. Una imagen de casi un siglo después es una resonancia de esa puerta de Talbot junto a la que se apoya una escoba, tan misteriosamente cargada de sentido como el carrito de mano rojo en el poema de William Carlos William: pero ahora no estamos en el umbral, sino en el interior de una habitación pobre y limpia, con las paredes y el suelo de madera, con una escoba recién usada, una cabaña de granjeros pobres fotografiada por Walker Evans en su viaje al Sur de 1936, cuando mostró no sólo la dignidad imponente de las caras de los trabajadores azotados por la adversidad y la injusticia sino también la belleza de los carteles publicitarios, de las gasolineras, de los horizontes en los que se pierden las carreteras rectas, el esplendor del mundo a la luz del día, deslizándose al otro lado de la ventanilla de un coche; la cámara de Walker Evans o la de Brassaï o la de Cartier-Bresson se convierten en el espejo a lo largo de un camino, en la novela errante y abierta a todos los episodios de la vida que deseaba escribir Stendhal: de quien tanto nos gustaría, por cierto, que hubiera vivido unos pocos años más para que una foto de Nadar nos hubiera permitido saber cómo era su cara, cómo era el brillo de la inteligencia y la ironía en sus ojos. "

ANTES DE QUE YO NACIERA.....


Encontré algunas fotos de los años 50-60 que mi madre cuidadosamente ha guardado y que he captado con mi cámara digital. El blanco y negro me envuelven como un abrigo que me trasladara a otro mundo, antiguo pero cercano, ajeno pero heredado.... Esos rostros, gestos, trajes, maneras... esa melancolía honda y primitiva, pero ante todo el humor y la alegria de mi madre en aquellos años, algo que le permitió sobrevivir para vivir. Algunas fotos no tienen desperdicio .Lo que daría por poder acceder a mi árbol genealógico, seguro que tendría en mis genes una mezcla muy humana y multiracial. Bueno, lo dicho, hago así un primer homenaje a mi madre...., vendrán más.



ANTES DE QUE YO NACIERA.....



ANTES DE QUE YO NACIERA.....



miércoles, 6 de agosto de 2008

LA TERNURA DE JULIO ES LA MÍA



De repente, una mañana, me tropiezo sin buscarlo con un poema desconocido hasta entonces para mi epidermis y que expresa, con una exactitud pasmosa, lo que siento desde hace tiempo y que últimamente trata de manifestarse con una tristeza insolente e insoportable carente de las palabras, los símbolos, las metáforas necesarias que la exorcizen..., y llega Julio, mi querido amigo Julio y.... me coge en brazos, me besa la mejilla y me dice al oído: "yo sé lo que te pasa, yo lo viví". Gracias Julio: mi ternura sigue a salvo contigo, a pesar de las bocas muertas...

ESTA TERNURA

Esta ternura y estas manos libres,
¿a quién darlas bajo el viento ? Tanto arroz
para la zorra, y en medio del llamado
la ansiedad de esa puerta abierta para nadie.
Hicimos pan tan blanco
para bocas ya muertas que aceptaban
solamente una luna de colmillo, el té
frío de la vela al alba.
Tocamos instrumentos para la ciega cólera
de sombras y sombreros olvidados. Nos quedamos
con los presentes ordenados en una mesa inútil,
y fue preciso beber la sidra caliente
en la vergüenza de la medianoche.
Entonces, ¿nadie quiere esto,
nadie?

martes, 27 de mayo de 2008

COINCIDENCIAS Y DIFERENCIAS


Hace poco leí una cita: "Enamorarse es amar las coincidencias y amar enamorarse de las diferencias", desconozco el autor, pero me llamó la atención. Nos hemos encabezonado a lo largo de la historia en definir el amor (entre otros empeños) y, la verdad, mi verdad en esto, es que es algo inefable, indescriptible, intransferible, innombrable... y toda una lista de vocablos con el prefijo -in que no cabrían en esta página. Si diría que es vivible y bebible y, como tal, no se puede decir. Esto me recuerda a mi querido y amado amigo Wittgenstein en su "tractatus": "de lo que no se puede hablar , hay que callar la boca", en el momento en el que tratamos de expresar con palabras lo inexpresable, estamos dejando de vivirlo y se trata precisamente de vivirlo plenamente: la expresión se reflejará en nuestro cuerpo, en nuestras manos, en nuestra mirada, en el gesto y en el trato. Sólo salvo en este caso a la poesía, porque el arte en sus múltiples manifestaciones es el único medio que se acerca a lo esencial de la vida. Asi que os propongo que améis y os dejeis de "pernanbuquismos" (como diría un amigo mio): amad vuestro trabajo y si no os gusta buscad uno que améis; amad vuestro cuerpo, vuestra casa, a la gente cercana y por qué no a la lejana; amad cada cosa que entre por vuestros sentidos sin dejar de ser críticos por ello. Vivir y solo vivir. La vida es pura improvisación, no se puede atrapar. Y, después o al mismo tiempo, poneros a pintar, escribir, hacer piruetas, cantar, dar saltos sobre los charcos, sacar vuestro niño, tocar la guitarra, plantar patatas, guisar un arroz a la valenciana..., lo que os salga de las tripas: en definitiva dar sentido al sin-sentido y viceversa, al "arte bio-andante" que somos. Como dijo Lennon: "la vida es aquello que te sucede mientras te empeñas en hacer otros planes". Coincidencias y diferencias forman parte del mismo misterio, la sombra no es lo contrario de la luz: sólo una falta de conciencia de la misma, la luz está implícita en la oscuridad; una hoja de un árbol nunca es igual al resto de hojas vecinas de la misma rama; en la semilla está implícito el árbol y éste a su vez lleva dentro invisibles semillas... Un abrazo azaharoso.



LIBRE TE QUIERO

Libre te quiero,
como arroyo que brinca
de peña en peña.
Pero no mía.

Grande te quiero,
como monte preñado
de primavera.
Pero no mía.

Buena te quiero,
como pan que nos sabe
su masa buena.
Pero no mía.

Alta te quiero,
como chopo que al cielo
se despereza.
Pero no mía.

Blanca te quiero,
como flor de azahares
sobre la tierra.
Pero no mía.

Pero no mía
ni de Dios ni de nadie
ni tuya siquiera.

Poema: Agustín García Calvo

Amancio Prada: Libre te quiero




lunes, 26 de mayo de 2008

MÁS LIGERO QUE EL AIRE



Todos los muros y ciudades
en las que una vez habitó
el grito constante de mi savia,

las calles por las que corrí de niña,
las fuentes y los perros,
el lúdico vuelo de los pájaros
o la ebriedad del silencio,
la envoltura de la tristeza en su letargo,
la escritura de la sonrisa en sus orillas,
este ciego ver lo ya contemplado,

el mudo pálpito del agua
en la inmensa lejanía,
la palabra: la materia,
y este frágil esqueleto vestido de carne:
no me pertenecen. No me pertenecen.

foto: Saúl Yubero
texto: Virginova




lunes, 12 de mayo de 2008

UN ALMARIO

Camino con mi almario donde guardo mi alma. Alma, ese concepto tan denostado y alabado a la vez y que, sin embargo, para mi es algo tan sencillo como lo que soy cada segundo: desde mi piel, mis ojos, mi lengua, mi olfato, mi oido, mi cerebro...Mi alma es mi cuerpo, no encuentro diferencia; mi almario, el modo en que se expresa. Es delicada y fuerte a un mismo tiempo. Su color es azul, en todas sus gamas, y desde ese azul se puede transformar en cualquier otro color, sin perder nunca de vista el mar: es policromática y caleidoscópica. A veces se enfada, se ensucia, se dilata; otras sonrie, acaricia, se expande, pero siempre comparte y ama (excepto una o dos veces al año en que cierra las puertas de su almario para no se sabe qué). Almarioblue es un reflejo de todo ello: la puerta está abierta, adelante...



A MI ROPA TENDIDA
(El alma)

Me la están refregando, alguien la aclara.
¡Yo que desde aquel día
la eché a lo sucio para siempre, para
ya no lavarla más, y me servía!
¡Si hasta me está más justa¡ No la he puesto
pero ahí la veis todos, ahí, tendida,
ropa tendida al sol. ¿Quién es? ¿Qué es esto?
¿Qué lejía inmortal, y que perdida
jabonadura vuelve, qué blancura?
Como al atardecer el cerro es nuestra ropa
desde la infancia, más y más oscura
y ved la mía ahora. ¡Ved mi ropa,
mi aposento de par en par! ¡Adentro
con todo el aire y todo el cielo encima!
¡Vista la tierra tierra! ¡Más adentro!
¡No tenedla en el patio: ahí en la cima,
ropa pisada por el sol y el gallo,
por el rey siempre!

He dicho así a media alba
porque de nuevo la hallo,
de nuevo el aire libre sana y salva.
Fue en el río, seguro, en aquel río
donde se lava todo, bajo el puente.
Huele a la misma agua, a cuerpo mío.
¡Y ya sin mancha! ¡Si hay algún valiente,
que se la ponga! Sé que le ahogaría.
Bien sé que al pie del corazón no es blanca
pero no importa: un día...
¡Qué un día, hoy, mañana que es la fiesta!
Mañana todo el pueblo por las calles0
y la conocerán, y dirán: «Esta
es su camisa, aquella, la que era
sólo un remiendo y ya no le servía.
¿Qué es este amor? ¿Quién es su lavandera?»


CLAUDIO RODRÍGUEZ

Joan Manuel Serrat: Mediterraneo