martes, 28 de octubre de 2008

LA CAMISA


Sostenía tu camisa entre mis manos y no pude evitar olfatearla como un perro ávido, impaciente y melancólico. Era instintivo. Te buscaba: me buscaba. Mendigaba en tu olor tratando de encontrar pedazos de mi rostro, piezas de ese puzzle desconocido y cercano, perseguido desde el primer aliento de vida. Hundía mi cabeza en aquel tejido de algodón casi con la ansiedad de un suicida mientras repasaba con mi nariz cada botón, cada hilo entretejido, cada costura... Me detuve en el cuello: primavera, decía, pero el aroma que desprendía era un almizcle hecho de sexo, humo, sudor y colonia infantil. Olía a niño perdido en aeropuerto buscando desconsoladamente a sus padres; y mi olfato leyó culpa en los puños y escuché abandono desde el interior del bolsillo cosido a cal y canto. Lloré, como se llora por primera y última vez, entre los pliegues de las mangas roídas y sobre el costado hilvanado de tus penurias. Aquella lluvia lo inundó todo y las gotas resbalaban entre los relieves y ventanales de aquella tela suavemente. Había comprendido, al fin, porque no querías volver a tocarme, a besarme.... Temías que aquel perfume me asfixiara.

Texto: Virginova
Foto: Emanuele Stefano Lumini




The First Time ever I saw your face
I Thought the sun rose in your eyes
And the moon and stars were the gifts you gave
To the dark and the endless sky, my love,

And the first time ever I kissed your mouth,
I felt the earth move in my hand,
Like a trembling heart of a captive bird
That was there at my command, my love,

And the first time ever I lay with you
I felt your heart so close to mine
and I knew our joy it would fill the earth
And would last till the end of time, my love,
It would last till the end of time

The first time ever I saw, saw your face
Your face, your face, your face, your face



Roberta Flack: The first time ever i saw your face

Mirando al cielo

Vuelvo a retomar el blog después de un tiempo de ausencia debida a los quehaceres inevitables de la vida cotidiana y a veces ajena a un mismo tiempo. Bajo la foto que tenía en la cabecera, tomada en una excursión que hice con Juan, Roque y Mario a Calblanque este verano. Un sitio bellísimo y que debemos cuidar en lo posible. Subo una foto más antigua elaborada desde el balcón de mi habitación. Tengo la suerte de vivir cerca del río y con un paisaje despejado de asfalto y hierros. Los atardeceres, sobre todo, son un espectáculo embriagador.... Mostraré con el tiempo algunos más.