jueves, 29 de abril de 2010

LUZ, PERFUMES Y RUMORES...


Un poeta que he descubierto hace poco de la mano de mi primo. Mucho que agradecerle por ello. Emilio Ballagas (La Habana 1908-1954) forma junto a Nicolás Guillén y Eugenio Florit la trilogía de poetas importantes de la segunda generación republicana de Cuba. Su poesía es una mezcla simbiótica entre vanguardismo y purismo hasta evolucionar a formas poéticas de mayor madurez ("Júbilo y Fuga"). Los versos de este poeta están plenos de sensualidad y te transportan a atmósferas de luz, perfumes y rumores. Tengo entre mis manos su poesía completa y no puedo dejar de leerlo y revisarlo. (La pintura que encabeza la entrada es de Maxfield Parrish, bajo el título "Daybreak")


POEMA IMPACIENTE

¿Y si llegaras tarde,
cuando mi boca tenga
sabor seco a cenizas,
a tierras amargas?

¿Y si llegaras cuando
la tierra removida y oscura (ciega, muerta)
llueva sobre mis ojos,
y desterrado de la luz del mundo
te busque en la luz mía,
en la luz interior que yo creyera
tener fluyendo en mí?
(Cuando tal vez decubra
que nunca tuve luz
y marche a tientas dentro de mí mismo,
como un ciego que tropieza a cada paso
con recuerdos que hieren como cardos).

¿Y si llegaras cuando ya el hastío
ata y venda las manos;
cuando no pueda abrir los brazos
y cerrarlos después como las valvas
de una concha amorosa que defiende
su misterio, su carne, su secreto;
cuando no pueda oir abrirse
la rosa de tu beso ni tocarla
(tacto mío marchito entre la tierra yerta)
ni sentir que me nace otro perfume
que le responda al tuyo,
ni enseñar a tus rosas
el color de mis rosas?

¿Y si llegaras tarde
y encontraras (tan sólo)
las cenizas heladas de la espera?

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NOCTURNO

De pronto me he quedado como una rama sola
en espera del fruto y de la dulce hoja,
como un desierto, como un libro
olvidado en el polvo, como una silla rota

La sombra del abismo de los no bautizados
invade mi cabeza de una ceniza fría.
Estoy entre icebergs y barcos encallados,
entre máscaras viejas y frases sin sentido.

De pronto me he quedado como una rama sola
en un país de otoño perpetuo y angustiado,
como una isla de sal o un pájaro de nieve,
como un balcón sin rosas y una calle sin gente.

Han venido murciélagos, turbios niños de cieno,
oscilantes recuerdos como un suelo que cede
a la presión del pie... Fosforescencias mudas,
paraguas, esqueletos y no sé qué otras cosas...

De pronto me han cegado los ríos que yo amo,
me han talado los árboles y amputado los sueños.
¿Qué vuelo torpe, qué ala de espinas y membrana
va creciendo en mi pecho y me apaga las sienes?

Se llevaron los rostros y las cálidas manos,
las niñas con sandalias, los alegres muchachos
cuyas camisas se hinchan de viento y de hermosura
como velas de barcos, cuando van en patines...

De pronto me he sentido como un pozo sin fondo,
con un gusto muy triste de botella vacía,
esperando el amor del agua y sus estrellas,
la entrega de las nubes, el secreto del cielo.

Vendrán lámparas graves, realidad, ademanes
de caras familiares... puentes hacia la vida.
Habrán de devolverme al reino de las formas
del llanto y de la risa, de los perros ladrando...

Aquí mi rama espera el brote de su alondra,
la humedad de la hoja y el fruto madurando:
¡Oh! venid, voces vivas, luces y voluntades,
corroboradme el mundo, la verdad, los paisajes.

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