jueves, 25 de diciembre de 2008

DEL AMOR


Gibran Khalil Gibran, poeta, filósofo y pintor libanés, además de amigo íntimo, y digo amigo porque cuando la obra de un escritor, pintor o músico me transforma y enriquece se convierte en un amigo y cómplice. En este sentido, puedo decir que tengo muchos y muy buenos amigos. Khalil Gibran me ha acompañado desde mi adolescencia y sus poemas forman parte de mis revisadas lecturas. El poema que adjunto pertenece a su obra "El Profeta". En realidad, "El Profeta" es un enorme poema intemporal y lleno de sabiduría, esa sabiduría oriental en la que occidente ha puesto sus ojos hace relativamente poco; es una de sus obras de madurez, pletórica de fuerza y energía, poética y práctica; es la cristalización de las experiencias vitales de un hombre que llegó a ser ciudadano del mundo, él mismo lo decía: " el mundo es mi casa y la humanidad mi familia", y lo llevó a cabo. Gibrán utiliza una técnica muy conocida en la historia de la literatura universal: proyectar sus enseñanzas vitales en la persona de un profeta, como Nietzsche en boca de Zaratustra o Platón tras la máscara de Sócrates. Es uno de mis fragmentos favoritos. La pintura (óleo) , que encabeza la entrada, también es suya (bajo el título "Amor") y más abajo una foto de su infancia. Acompaño a "este amor" con la versión de "Hallelujah" de Leonard Cohen en la maravillosa y vertiginosa voz de Jeff Buckley, a quién dedicaré una entrada especial más adelante.




EL AMOR

Dijo Almitra: Hablanos del amor.
Y él levantó la cabeza, miró a la gente y una quietud descendió sobre todos.
Entonces, dijo con gran voz:
Cuando el amor os llame, seguidlo.
Y cuando su camino sea duro y difícil,
y cuando sus alas os envuelvan, entregaos.
Aunque la espada entre ellas escondida os hiera.
Y cuando os hable, creed en él.
Aunque su voz destroce nuestros sueños,
tal como el viento norte devasta los jardines.
Porque, así como el amor os corona, así os crucifica.
Así como os acrece, así os poda.
Así como asciende a lo más alto y acaricia vuestras más tiernas ramas,
que se estremecen bajo el sol,
así descenderá hasta vuestras raíces y las sacudirá en un abrazo
con la tierra.
Como trigo en gavillas él os une a vosotros mismos.
Os desgarra para desnudaros.
Os cierne, para libraros de vuestras coberturas.
Os pulveriza hasta volveros blancos.
Os amasa, hasta que estéis flexibles y dóciles.
Y os asigna luego a su fuego sagrado para que podáis convertiros
en sagrado pan para la fiesta sagrada de Dios.
Todo esto hará el amor en vosotros para que podáis conocer
los secretos de vuestro corazón y convertiros, por ese conocimiento,
en un fragmento del corazón de la Vida.
Pero si, en vuestro miedo, buscáis solamente la paz y el placer del amor,
entonces, es mejor que cubráis vuestra desnudez y os alejéis de sus umbrales,
hacia una mundo sin primaveras donde reiréis, pero no con toda vuestra risa, y
lloraréis, pero no con todas vuestras lágrimas.

El amor no da nada más a sí mismo,
no toma nada más que de sí mismo.
El amor no posee ni es poseído.
Porque el amor es suficiente para el amor.
Cuando améis no debéis decir: “Dios está en mi corazón”,
sino más bien: “yo estoy en el corazón de Dios”.
Y pensad que no podéis dirigir el curso del amor porque él,
si os encuentra dignos, dirigirá vuestro curso.
El amor no tiene otro deseo que el de realizarse.
Pero, si amáis y debe la necesidad tener deseos, que vuestros deseos sean estos:
Fundirse y ser como un arroyo que canta su melodía a la noche.
Saber del dolor de la demasiada ternura.
Ser herido por nuestro propio conocimiento del amor.
Y sangrar voluntaria y alegremente.
Despertarse al amanecer con un alado corazón y dar gracias por otro día de amor.
Descansar el mediodía y meditar el éxtasis de amar.
Volver al hogar con gratitud en el atardecer.
Y dormir con una plegaria por el amado en el corazón y una canción de alabanza en los labios.
El profeta: Khalil Gibran.





Jeff Buckley: hallelujah

No hay comentarios: